"Para mí es la oracion un arranque del corazón, una simple mirada dirigida al cielo: es un grito de agradecimiento y de amor, lo mismo en medio de la tribulación que en el seno de la alegría. En fin, es algo elevado y sobrenatural, que dilata el alma y la une a Dios. Algunas veces, cuando se halla sumido mi espíritu en tan gran sequedad que es incapaz de producir un solo pensamiento bueno, rezo muy despacio un "Padre Nuestro" o un "AveMaria"; estas son las unicas oraciones que me cautivan, que alimentan divinamente mi alma y le bastan." conf. h. a., cap 10 17, pah 227
martes, 24 de noviembre de 2015
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